Eso fue lo que pensé al escuchar la actividad pedida para la siguiente clase del curso que recién comienza en la Universidad. Pidieron un texto con el título de este, sin puntos suspensivos ni signos interrogativos, yo le encontré sentido de esta otra manera. Tras varios, varios meses, tal vez un año y meses, ya no lo sé, de momentos emocionalmente bastante turbulentos e inestables, comenzaba un verano atípico, y es que lo único que determinaba su inicio tal vez eran los meses y el clima, pues la pandemia y la cuarentena por el coronavirus había iniciado un par de meses atrás.

Si bien en relación a tantos otros países del mundo la cuarentena en México no ha sido tan radical y mucha gente ha salido de vacaciones, evidentemente lo distinto e inédito del verano y de la situación es “irretirable”. De cualquier forma, la situación por suerte, a pesar de lo negativa que indudablemente es en tantos aspectos para la sociedad, me ha resultado de utilidad… aunque no por eso cómoda ni 'agradable', pues el encuentro con uno mismo, ese verse en el espejo con la verdad y la realidad puede ser muy doloroso... ese tiempo un poco de ‘exclusión’ o aislamiento me ha servido en mi ya por tiempo prolongado necesario objetivo de encontrarme a mí mismo y de recuperar el equilibrio.

Mi cuarentena y mi verano es así que los he ocupado en mí mismo, y si bien no considero el objetivo como cumplido –se trata de uno bastante complejo–, sí que me considero ya ‘en el tren’, que no me fue en lo absoluto fácil ni encontrarlo, ni luego subirme. He invertido en mí, y he tratado de ir con calma... integrando de nuevo confianza en la vida, en Dios tal vez... en que existe un sentido, que todo pasa por algo y que todo se acomoda al final.

Es así que pensé en que este ejercicio podría resultar en un producto muy cool, donde pueda verse reflejado cambio y evolución, consecuencia obviamente del trabajo y el esfuerzo y que pueda producir satisfacción y orgullo. Quisiera compartir entonces en este blog, un poco sobre mi vida, mi evolución, con caídas y tropiezos, esperando alguien que se encuentre con el mismo pueda sentirse identificado, y pueda servirle de motivación en su propia lucha, misión y camino.



    Te dejo de posdata esta canción de La vela puerca, uruguayos, de quienes me he hecho fan en los últimos meses también... esta canción en particular es sin duda mi favorita, le encuentro un grandísimo sentido y una gran identificación; la he escuchado ya miles de veces, en ocasiones una vez tras otra, la he llorado varias veces... y realmente, es más que escucharla, una de esas canciones que se sienten.